La fiebre de un sábado azul y un domingo sin tristezas y en tu voz, sólo un pálido adiós y el reloj en tu puño marcó las 3.
El sueño de un sol y de un mar cambiando lo amargo por miel y la gris ciudad por rosas te hace bien, tanto como hace mal te hace odiar, tanto como querer y más.
Cambiaste de tiempo y de amor Cambiaste de sexo y de Dios pero en sí nada más cambiará y un sensual abandono vendrá y el fin.
Y llevas el caño a tu sien apretando bien las muelas los que no pueden más, se van.