Parado con su "45", su gorro cowboy y su reloj
mira la hora a lo malo, el ceño fruncido, todo un señor.
Se comenta en el pueblo, tení­a más vidas que un gato siamés,
unca se encuentra en problemas, acompañado de su amiga fiel.
Las muchachas del pueblo sueñan con robarle el corazó,
y a él, que tanto le cuesta, siempre aprovecha la ocasió;
montado a su pingo cabalga la senda de la oscuridad,
del faso, el alcohol, las mujeres, y sobre todo del azar.
y suele jugarse la vida al póker con la muerte, partida y revancha,
o necesita el bueno, siempre la gana con esperanza,
y con la calidad del buen jugador ganaba dandole changüí­,
y con las chirolas ajenas recorria los bares de por ahí­.
Nunca supo bien lo que era respetar la mujer del prójimo,
y si alguien se retobaba, de toque sabí­a que era el próximo.
Hasta que un dí­a un tí­o se enfadó, y el cargador le vació,
por supuesto fue de espaldas, nadie era más rápido que el señor.
No se recomienda caminar por la calle principal
del pueblo de valientes vaqueros, donde él solí­a habitar,
porque no se sabe si su alma enfadada aíº ronda por ahí­,
lo que sí­ se sabe es que a él y su sombra nadie podrá combatir.
Porque solí­a jugarse la vida al póker con la muerte, partida y revancha,
o necesita el bueno, siempre ganaba con esperanza,
y con la calidad del buen jugador ganaba dandole changüí­,
y con las chirolas ajenas recorria los bares de por ahí­.